¿En qué se diferencian los obispos, los presbíteros y los diáconos? ¿Por qué son ordenados ministros mediante el Orden Sagrado?

¿En qué se diferencian los obispos, los presbíteros y los diáconos? ¿Por qué son ordenados ministros mediante el Orden Sagrado?

Obispos

Por la ordenación episcopal, los obispos reciben la plenitud del sacramento del Orden y se convierten en sucesores de los Apóstoles. Por medio de este Sacramento, un obispo pertenece al colegio de obispos y sirve como cabeza visible o pastor de la iglesia local confiada a su cuidado. Como colegio, los obispos se ocupan de la misión apostólica de todas las Iglesias en unión y bajo la autoridad del Papa, cabeza del colegio episcopal, Obispo de Roma y sucesor de San Pedro.

Sacerdotes

Por la ordenación, "los presbíteros se unen a los obispos en dignidad y al mismo tiempo dependen de ellos en el ejercicio de sus funciones pastorales; están llamados a ser prudentes colaboradores de los obispos" (CIC, n. 1595). Con el obispo, los presbíteros forman una presbiteral (sacerdotal) y asumen con él la misión pastoral de una parroquia concreta. El obispo nombra a los sacerdotes para el cuidado pastoral de las parroquias y para otros ministerios diocesanos. El sacerdote promete obediencia al obispo en el servicio al pueblo de Dios.

Diáconos

El título diácono procede de la palabra griega diaconía que significa "servidor". El diácono está especialmente vinculado al obispo en las tareas de servicio y configurado con Cristo, el Diácono -o Servidor- de todos (cf. CIC, nn. 1569-1570).

"Hay dos grados de participación ministerial en el sacerdocio de Cristo: el episcopado y el presbiterado. El diaconado está destinado a ayudarles y servirles" (CIC, n. 1554). Los tres grados del sacramento del Orden -obispo, presbítero y diácono- se confieren mediante la ordenación.

Los diáconos reciben el sacramento del Orden de manos de un obispo y son ordenados no al sacerdocio ministerial, sino al ministerio de servicio. Mediante la ordenación, el diácono se conforma a Cristo, que vino a servir, no a ser servido. En la Iglesia latina, los diáconos pueden bautizar, proclamar el Evangelio, predicar la homilía, asistir al obispo o al sacerdote en la celebración de la Eucaristía, asistir y bendecir matrimonios y presidir funerales. Se dedican a obras de caridad, que era su función ministerial en tiempos del Nuevo Testamento.

Tanto si participan en la vida litúrgica o pastoral de la Iglesia como en sus esfuerzos sociales y caritativos, los diáconos se ven "fortalecidos por la imposición de manos que ha descendido de los apóstoles. Estarán más unidos al altar y su ministerio será más fecundo por la gracia sacramental del diaconado" (AG, 16, n. 6).

Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia latina ha restaurado el diaconado como rango permanente de la jerarquía. Ahora, el diaconado como oficio permanente también puede conferirse tanto a hombres casados como solteros. Las Iglesias orientales siempre lo han conservado. Los seminaristas que se preparan para el sacerdocio siempre han sido ordenados al diaconado antes de la ordenación sacerdotal.

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