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Sé que muchos en nuestra Arquidiócesis están experimentando miedo y ansiedad después de las recientes órdenes ejecutivas del Presidente Trump implementando sus planes para ampliar y fortificar el muro existente entre los Estados Unidos y México, para aumentar la deportación y detención de inmigrantes, y para castigar a las ciudades y condados que optan por no cooperar con los esfuerzos federales de deportación. Este es claramente un momento para continuar nuestras oraciones no sólo por los inmigrantes y refugiados que llaman a nuestra Arquidiócesis su hogar, sino también por nuestras parroquias que están discerniendo formas de responder a esta situación y por nuestros líderes gubernamentales en todos los niveles que están llamados a trabajar por el bien común.
Los obispos católicos de Estados Unidos han reconocido que éste es un momento para una reforma integral de la inmigración y han pedido repetidamente la colaboración entre la Casa Blanca y nuestros legisladores en la Cámara de Representantes y el Senado para trabajar juntos con este fin. Al tiempo que reconoce el derecho de los países a proteger sus fronteras y a regular la inmigración de un modo que sea justo y promueva la seguridad pública, la Iglesia ha subrayado repetidamente la importancia de tratar a nuestros hermanos y hermanas indocumentados con la dignidad que les corresponde como hijos de Dios.
Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, ha pedido reiteradamente a todos los pueblos del mundo que acojan a los migrantes y refugiados, que a menudo huyen de la violencia y de condiciones de vida imposibles. Al mismo tiempo, ha articulado que los migrantes necesitan "cooperar cada vez más estrechamente con las comunidades que los acogen, por el bien de sus propios hijos (Para la Jornada Mundial del Emigrante y del Refugiado, 15 de enero de 2017)."
Nos unimos al Santo Padre en la reafirmación de nuestra doctrina católica sobre la dignidad de cada vida humana y nos comprometemos no sólo a rezar, sino también a apoyar los esfuerzos para que las personas de diversos puntos de vista se unan para trabajar por el bien común, para asegurarnos de que nuestras leyes sean justas, equitativas y aplicables, así como compasivas, y para hacer todo lo posible para garantizar que las familias se mantengan intactas, reconociendo que las familias son el centro de la vida humana. principales pilares de una sociedad civilizada.
Mensaje sobre el Anuncio de Inmigración
Del Arzobispo Bernard A. Hebda
Sé que muchos en nuestra Arquidiócesis están experimentando miedo y ansiedad después de las recientes órdenes ejecutivas del Presidente Trump, implementando sus planes para expandir y fortalecer el muro existente entre Estados Unidos y México, aumentar la deportación y detención de inmigrantes y castigar a las ciudades y condados que eligen no cooperar con esfuerzos federales de deportación. Este es claramente un momento para continuar con nuestras oraciones no sólo para los inmigrantes y refugiados que llaman a nuestra Arquidiócesis, casa, sino también para nuestras parroquias que están discerniendo las maneras de responder a esta situación y para nuestros líderes gubernamentales en todos los niveles que están llamados a trabajar para el bien común.
Los obispos católicos de los Estados Unidos han reconocido que este es un momento para la reforma migratoria integral y han pedido repetidamente la colaboración entre la Casa Blanca y nuestros legisladores en la Cámara y el Senado para trabajar juntos con este fin. A pesar de reconocer el derecho de los países a proteger sus fronteras y a regular la inmigración de una manera justa y que promueva la seguridad pública, la Iglesia ha subrayado repetidamente la importancia de tratar a nuestros hermanos y hermanas indocumentados con la dignidad que les pertenece como hijos de Dios.
Nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, ha pedido repetidamente a todos los pueblos del mundo que acojan a los migrantes y refugiados, que a menudo huyen de la violencia y de condiciones de vida imposibles. Al mismo tiempo, ha expresado que los migrantes necesitan "precisamente por el bien de sus hijos, cooperar cada vez más estrechamente con las comunidades que los acogen. (Para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, 15 de enero de 2017)."
Nos unimos al Santo Padre al reafirmar nuestra enseñanza Católica sobre la dignidad de cada vida humana y comprometernos no sólo a la oración, sino también a apoyar los esfuerzos de los diversos puntos de vista que se unen para trabajar por el bien común, para asegurar que nuestras leyes sean justas, razonables y ejecutables, así como compasivas y hacer todo lo posible para asegurarnos que las familias se mantengan intactas, reconociendo que las familias son los principales bloques de construcción de una sociedad civilizada.