Esta columna apareció en El espíritu católico como parte del informe financiero anual de la Archdiocesan Chancery Corporation correspondiente al ejercicio 2017.
Tanto el Antiguo Testamento como el Nuevo están llenos de alusiones al cuidado providencial de un Dios que abre de par en par su mano para proporcionarnos todo lo que necesitamos (Sal 145). El Señor es verdaderamente el buen pastor que se asegura de que no haya nada importante que le falte a su rebaño. Aunque la vitalidad de la archidiócesis de San Pablo y Minneapolis difícilmente puede reducirse a un balance financiero, el informe financiero de este año me recuerda una vez más las muchas maneras en que el Señor sigue proveyendo a nuestra archidiócesis, muy especialmente a través de la generosidad de los fieles laicos que componen esta Iglesia local.
Me complace informar de que la archidiócesis, aunque sigue inmersa en los retos de la bancarrota, ha vuelto a rendir incluso mejor de lo esperado al final del año fiscal. Gracias a la visión y a las expectativas del Consejo Financiero Arquidiocesano, así como a la atención del personal de la archidiócesis al presupuesto anual, nuestro compromiso compartido con la responsabilidad fiscal, la rendición de cuentas y la transparencia ha seguido dando sus frutos. Como verán en el informe anual, logramos reducir los gastos totales de funcionamiento en el año fiscal 2017, manteniendo al mismo tiempo el nivel de apoyo pastoral esencial que esperan nuestros párrocos y parroquias.
Durante el ejercicio fiscal se produjo el traslado de las operaciones de la archidiócesis desde las históricas instalaciones de Cathedral Hill, que habíamos vendido como parte de la reorganización diocesana, a nuestra nueva sede arrendada en el East Side de San Pablo. Paul's East Side. Seguimos buscando formas de conseguir mayores ahorros con este traslado, y ya estamos satisfechos por el impacto positivo que ha tenido en la fructífera colaboración interna.
Observarán que nuestros gastos jurídicos, aunque siguen siendo bastante elevados, se redujeron considerablemente en este ejercicio. No obstante, siguen reflejando la prioridad que hemos dado a la conclusión del procedimiento de quiebra. Seguimos siendo sensibles a las necesidades de quienes cuentan con nosotros para una resolución justa y equitativa de las 400 demandas que se han presentado contra la archidiócesis. Les ruego que tengan presente esa intención en sus oraciones.
Sigo sintiéndome humilde ante el apoyo y la generosidad de los fieles católicos de esta archidiócesis, sin los cuales no podríamos hacer nada. Tengan la seguridad de mi gratitud, así como de mis oraciones. Mientras ponemos la vista en el próximo año fiscal, mantengamos juntos ante nuestros ojos el mandato del Señor de que busquemos primero el reino de Dios, confiando en que Él siempre se ocupará de nuestras necesidades.